TRABAJANDO EL LINO
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El centro de Formación Profesional de Fraisoro, participante y miembro de la Red de Bioeconomía Aplicada en la FP de Euskadi, ha sido capaz este año de recoger la primera siembra de un cultivo prometedor y de gran futuro como es el lino.
Alumnado y profesorado han sido los protagonistas de esta iniciativa impulsada por Tknika.
Con las siembras y cosechas realizadas de dos variedades de lino (textil y oleaginoso) se busca:
- Recuperar un cultivo histórico.
- Aunar los conocimientos tradicionales con la innovación y tecnología actuales.
- Responder a la demanda actual de estos biomateriales.
El lino fue el tejido de origen vegetal más utilizado en Europa, antes de la implantación del algodón, y sigue siendo el más estimado. Se obtiene de las fibras de la planta Linum usitatissimum (“lino utilísimo”), y dispone de características únicas: es fuerte y suave, absorbe mucha humedad sin dar sensación de mojado, y se seca con facilidad. Por esas cualidades se le ha dado multitud de usos; sobre todo para ropa interior y ropa de verano, pero también para fabricar papel y cuerdas, o velas para los barcos.
En su día también había costumbre de plantar e hilar el lino en el País Vasco. Si las historias que aún se cuentan son ciertas, el padre le cedía un trozo de campo de cultivo a su hija cuando ésta cumplía 11 años, para que cultivara lino y con él confeccionara su ajuar de boda.
Si bien esas tradiciones se han perdido, esas fibras utilizadas desde antaño, en cambio, siguen manteniendo un lugar entre los materiales más innovadores. De acuerdo con los investigadores, la fibra de lino es tan fuerte como la fibra de vidrio, con la mitad de peso. Además se puede combinar con la fibra de carbono, manteniendo la dureza del carbono puro, pero mejorando la absorción de las vibraciones, a la vez que se reduce el peso y el precio. Es por ello que se ha empezado a emplear en diversas industrias: fabricación de muebles e instrumentos musicales, equipamiento deportivo, o automovilística.
También posee otra ventaja notable frente a las fibras sintéticas: al ser de origen vegetal, es un material mucho más sostenible, no crea apenas residuos y puede contribuir a reducir las emisiones de carbono a la atmósfera. Estas características los convierten en un material muy adecuado para los retos del siglo XXI.
Además de las fibras, también las semillas son utilizadas en multitud de áreas: son muy ricas en Omega3, y se emplean en alimentación humana y en piensos para ganado. Con el aceite que se extrae de ellas, además, se obtienen tintas, tintes y pinturas, así como tratamientos de suelos.
